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martes, 15 de septiembre de 2009

De la Historia emerge el sujeto





Evocación, memoria y relato que se explicitan en el contar y leer historias nos ayudan a reconocernos, a aprehender el mundo, también a aquietar el dolor y aclarar el pensamiento.
En otro de sus libros Ricoeur se pregunta, nos pregunta: "¿no somos propensos a ver en tal encadenamiento de episodios de nuestra vida historias "no narradas (todavía)", historias que piden ser contadas"? (...) "Contamos historias porque al fin y al cabo, las vidas humanas necesitan y merecen contarse. Esta observación adquiere toda su fuerza cuando evocamos la necesidad de salvar la historia de los vencidos y de los perdedores. Toda la historia del sufrimiento clama venganza y pide narración." Con la emergencia de la historia, a través de la escritura o de la lectura, emerge el sujeto.
Es allí, en ese punto, donde se encuentran el lector y el bibliotecario. Donde además el bibliotecario descubre los circuitos que habrá de recorrer con otros, donde finalmente los fragmentos se unen.


Buenos Aires: Gobierno de la Cuidad: Libro de arena. De la historia emerge el sujeto. [on line]
<http://www.buenosaires.gov.ar/blog/librodearena/2008/12/05/literatura-y-biblioteca-hacia-el-lugar-donde-los-fragmentos-se-unen/> [acceso 03/11/2009]

Lectura, literatura y biblioteca o dónde jugar el juego y empezar el viaje






La biblioteca es un lugar físico que guarda libros y atesora documentos. Es una institución social. Desde los usuarios surgen preguntas: ¿cómo vencer el temor a entrar a la biblioteca?, ¿cómo me pongo en contacto con un libro?, ¿dónde están los libros?, ¿cómo los pido?, ¿me permitirán buscar y darme cuenta de lo que necesito encontrar?, ¿cómo busco?
Como institución mediadora, la biblioteca impone, difunde, legitima, censura o desconoce el material que ofrecerá a los llamados usuarios, a través de las actividades que les proponga o de la oferta llana de sus instalaciones.
En este terreno de convivencia entre los adultos y los niños también se establecen tensiones: entre el gusto espontáneo sobre ciertas lecturas y las imposiciones, entre los deseos ignorados y los descubrimientos, entre los silencios reprobatorios y las miradas estimulantes, entre las preguntas de los chicos y los saberes del bibliotecario para orientarlos, entre las censuras y las recomendaciones acertadas en el momento oportuno. Todas, cuestiones obvias, y hasta elementales, pero no siempre tenidas en cuenta cuando la curiosidad prodigiosa de un chico no es suficiente para poder acceder a la lectura.
Necesitamos la figura del bibliotecario para crear los lazos.


Buenos Aires: Gobierno de la Cuidad: Libro de arena. Lectura, literatura y biblioteca o donde jugar el juego y empezar el viaje. [en línea]
<http://www.buenosaires.gov.ar/blog/librodearena/2008/12/05/literatura-y-biblioteca-hacia-el-lugar-donde-los-fragmentos-se-unen/ >
[acceso: 03/11/2009]

Las Bibliotecas Infantiles





Acercarse a la idea de niño y de literatura según las épocas permitirá comprender aspectos de las distintas modalidades de producción, circulación y apropiación de los textos: quiénes escribían, quiénes leían y a quiénes; qué era leído o narrado; cuándo se comienza a pensar en un libro para niños, qué se les censura y de qué lecturas se apropian.
Es imposible separar los libros y la literatura de las bibliotecas destinadas a los niños.
Los libros para niños comienzan a pensarse a partir del siglo XVIII en Europa con la escolarización: libro pedagógico, didáctico, moralizante, religioso. Antes de esa época no existía un concepto de infancia tal como lo entendemos hoy y, por lo tanto, no se pensaba en libros para niños especialmente. Los niños se apropiaban de la literatura, oral o escrita, que circulaba entre los adultos, dependiendo de los ámbitos o la clase social a la que pertenecían.
Recién en el siglo XIX se afianza el concepto de "libros para niños" y literatura infantil, y se piensa en un espacio de la biblioteca que los incluya. En la Argentina también se observan situaciones parecidas y, someramente, podemos establecer a grandes rasgos diferencias entre autores renovadores dentro del género, que ponen el acento en lo literario y otros autores que siguen una línea más conservadora, ligada a lo didáctico moralizante. En ambos casos, la escritura responde a las representaciones de infancia y de literatura para niños que estos adultos han construido, y lo que consideran que debe ser leído y transmitido o no entre los niños.
Llegamos así a lograr un territorio específico, con escritores, libros y bibliotecas. En la Argentina, en la segunda mitad del siglo XIX, luego de su experiencia en otros países (recordemos que en el siglo XIX la biblioteca infantil era una institución ya arraigada en los Estados Unidos, que se traslada a Europa) Domingo F. Sarmiento llevó adelante la creación tanto de escuelas y bibliotecas públicas (que él denominó populares), como de bibliotecas, para maestros y para niños, en las escuelas. Consideraba de vital importancia que los niños, una vez alfabetizados, se apropiaran del gusto por la lectura.
Este fue el objetivo de la Ley de Protección de Bibliotecas Populares (Públicas) de 1870. De alguna manera, podemos decir que fue uno de los primeros en pensar a los niños como lectores y en libros destinados especialmente para ellos, e instalar el germen de la biblioteca infantil. Habrá que transitar casi un siglo para empezar a pensar, al menos en la Argentina, en una biblioteca para niños que no forme parte de la escuela.


Bueno Aires: Gobierno de la Cuidad: Libro de arena. Las bibliotecas infantiles. [en línea]
<http://www.buenosaires.gov.ar/blog/librodearena/2008/12/05/literatura-y-biblioteca-hacia-el-lugar-donde-los-fragmentos-se-unen/> [acceso: 03/11/2009]

Literatura, libros y bibliotecas para niños: como un campo especifico



Tenemos que partir de la idea de que la existencia de lectores es un hecho social, que se caracteriza por relaciones específicas entre los lectores, las obras literarias y un campo cultural donde se imponen las maneras de apropiación de la literatura y su lectura.
Resulta difícil hablar de bibliotecas por separado sin la relación que siempre se establece con la literatura y los libros para niños.
Bourdieu define el campo como un espacio de juegos históricamente constituidos, como sistemas de posiciones, con leyes que le son propias. Pensar en campos para este autor es pensar relacionalmente. Es una cuestión compleja, que involucra a una diversidad de sujetos y de instituciones que entran en juego. La literatura infantil no se reduce a un niño y a una abuela que le cuenta un cuento cada noche, aunque también eso tiene cabida en este campo, y las bibliotecas para niños no son sólo un sector y una clasificación que contempla la inclusión de libros que les están asignados, es mucho más que eso.
Pensemos en el papel del bibliotecario como mediador, en los funcionarios que dirigen la institución, en los docentes que establecerán, o no, el nexo entre la escuela y la biblioteca, en los fondos destinados para la creación y mantenimiento de las bibliotecas; en la idea de infancia y de niño, especialmente, que estos adultos poseen y desde la que toman las decisiones de recomendar los libros. Pensemos, también, en el mercado editorial que presiona para difundir sus publicaciones, y en el olvido de los bibliotecarios de que pueden y deben incidir en las decisiones de los libros que se compran y se recomiendan. Imaginemos todo lo planteado conviviendo en una tensión permanente.
Así podemos observar que hablar de libros y bibliotecas para niños no es tan ingenuo, existen en este campo intereses que se ponen en juego, y reglas que hay que saber para poder jugar. A partir de ahí, podríamos, creo, empezar a pensar todo lo demás.


Buenos Aires, Gobierno de la Cuidad: Libro de arena: Literatura, libros y bibliotecas para niños: como un campo especifico. [en línea] 12/05/2008
<http://www.buenosaires.gov.ar/blog/librodearena/2008/12/05/literatura-y-biblioteca-hacia-el-lugar-donde-los-fragmentos-se-unen/> [acceso: 03/11/2009]