lunes, 7 de septiembre de 2009

Bibliotecas escolares, a capa y espada


Son el verdadero corazón de las escuelas. Ojalá todas estuvieran nutridas y bien equipadas. Para la mayoría de los chicos son la vía privilegiada de apropiarse de las posibles lecturas del mundo. Se impone por eso defender su existencia y calidad.
Sabemos que Borges se figuraba el paraíso bajo la especie de una biblioteca, pero ¿qué imagen construimos de las bibliotecas escolares los alumnos, los docentes, los padres, los escritores, los directores? Cómo observamos a ese organismo que algunos definen como el verdadero corazón de una escuela.
La biblioteca, que reúne varias lenguas y concentra muchos lenguajes, ¿no es una Babel bendita que nos permiten ver otros mundos a través de las lenguas? La construcción lingüística dibuja en cada escuela una cartografía que une lenguas.
Se trata del aprendizaje de una lengua, así que no son sólo palabras sino también matices, música, tonos, silencios.
Somos muchos los que, cada vez que entramos en una biblioteca, experimentamos una sensación física. Nada más poner un pie adentro para sentir en el cuerpo una perturbación leve. Aun en el silencio más absoluto se percibe una densidad en la atmósfera y llega a conmovernos.
El lenguaje que allí habita supo darle un valor a las palabras. Entrar en una biblioteca es como dar un paso a un vacío insondable, pero allí adentro somos sujetos que se desplazan para internarse siempre en la oscuridad remota y más propia.
Las palabras que allí habitan construyeron subjetividad y seguirán haciéndolo cada vez que alguien las pronuncie. Por eso cada uno de los discursos que habitan las bibliotecas intenta ordenar un cierto caos y espesan el pensamiento. Cómo no perturbarnos al entrar si en definitiva es nuestra interioridad lo que está en juego al contacto con el vigor de esas palabras.
Sobre la fusión de palabra y silencio amalgamados se instala la biblioteca en la escuela y desarrolla su vida en la que, como en un aleph exquisito, se superponen las presencias simultáneas de los escritores de todos los siglos.
Por eso, tal vez, una biblioteca puede ser una oscuridad insondable que al mismo tiempo nos ilumina.

Angela Pradelli. Bibliotecas escolares, a capa y espada. [on line] <http://www.clarin.com/diario/2009/11/23/opinion/o-02046606.htm> [acceso 28/11/09]

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